lunes, 9 de diciembre de 2019

Un peregrinaje desértico por la redención: The Froys, The Risin’ Sun & Oh Sees en Posadelic 2019

“everyones a problem sometimes,
flipping over secrets day and night,
flipping out our insides, what a fright.”
Ohh sees
“… ¡habría que hacerle llegar a la gobernadora
 un poster  y un anuncio del posadelic para
que se dé cuenta de lo que está pasando!...”
Sra. Cruz Alicia de Moreno

Por: Hugo César

En la opacidad desdeñada de un rincón del desierto urbano de Sonora, esperé un camión que nos llevara a una finca rústica ubicada en una distancia escasa a un arroyo. En medio de la resaca de una precipitación que arrastró el frio, el polvo mezcló ansiedad, sueños aldeanos y sedimentos de contaminación. Era una peregrinación de individuos que desde la ciudad de Hermosillo hasta las inmediaciones del ejido Tazajal asistió a la cuarta edición del festival Posadelic, evento envuelto en incertidumbre climática, oposición moral y aberración de melómanos local. A pesar de las condiciones adversas el festival tuvo una captación fluvial significativa de personas que se tomaron un momento de gratitud para apreciar circuitos de bandas independientes, alejadas de los festivales tradicionales populares. Una separación del imaginario colectivo obstinado de espacios comerciales (como vive latino), que a diferencia de ello emergen de festivales más sustanciales (Nrmal, o All my friends), entre muchos otros. Este maratónico evento arrancó desde las 13:00 hrs con un amplio conjunto de propuestas y géneros, donde mi apreciación en detrimento me permitió hacer una incisión transversal sobre tres bandas que estuvieron presentes y que merecen una mención especial.

The Froys, banda explosiva que mezcla el rock garage con la dureza del Stoner, una fórmula envuelta en crudeza acelerada y alaridos vehementes. Los jóvenes provenientes de la Ciudad de México estremecieron a su audiencia ahuyentando el recelo a la muerte, agrediendo a sus instrumentos con canciones que nos encapsulan en una dosis de agonía y erupción. De pronto la humedad árida envileció sus melodías, momento en el que su vocalista gritó “es un honor estar en el desierto, el Posadelic es el festival más chingón de México”, un argumento necesario para aterrizar en ese paraje cósmico de terrenos ejidales, donde la lucha de clases dejó con sangre su nombre en un río a la deriva del fuzz distorsionado y la disonancia armónica de The Froys. Ya en el clímax, el bajista escaló las bocinas retumbantes que saturaban su furor, y en la cima invocó la aspereza asincrónica de los mezquites y palo verdes. Culminando la presentación, un bajo eléctrico levitó en el cielo hacia la multitud, hacia aquellos que alzaron sus manos y su desgastada voz. Ellos son The Froys, los que encendieron la pólvora esa noche, nos reiteraron que el rock tiene más colores obscuros y degradantes, que hay que transgredir las reglas que balbucean los “expertos”; que de pronto se puede sentir garage, surf y stoner en una sola canción, solo hay que agitar y revolver hasta que su espuma exacerbe, hasta que estile la renuncia voluntaria a los propios deseos que atentan la creación.

Posteriormente una serie de eventos se cruzarían en el plan de la noche, lo cual nos dio oportunidad de caminar y apreciar otras bandas como las Robertas o momentos de danza y música experimental. El momento etílico se acumulaba en la conciencia para que pudiera presenciar en el escenario a The Risin’ Sun. Problemas con la producción del evento, un amplificador de bajo que desapareció, The Risin’ Sun tiene ansiedad de tocar. Una prueba de sonido que engaña a los escuchas, nos hizo movernos y brincar por unos momentos, su bajista dice: “se llevaron el ampli para los Oh Sees, su descontento se aprecia, pero no le impide comenzar, se conecta a cualquier aparato que emita sus ingrávidos acordes y la banda empieza. The Risin’ Sun es la banda mexicana actual que muestra un regreso a la esencia de Avándaro, a las raíces del hard rock. Su tinte de blues y sicodelia, así como su entrega visceral y perfecta en cada una de sus ejecuciones nos muestran que la limpieza y la hostilidad no están peleadas en el rock, que también hay otras puertas en el abismo de la euforia alterada que embonan en un algoritmo con alucinación. The Risin Sun incendió a la gente, temas como “Hide Way”, Bad Milk o “i Love you” desembocaron en la teletrasportación, eterno retorno al origen del rock. The Risin’ Sun danza en medio del fuego con su presentación, el invierno de nuestro descontento se opaca con la banda más dinamizante de rock revival sicodélico actual. Nebulosa y cactáceas floreciendo en el umbral de cada canción. Nadie de ellos termina nunca, cada elemento articulado en un mismo estado de reposo y ofuscación. Con The Risin’ Sun se puede morir y reencarnar de nuevo. Un coito que traspasa la insoportable abnegación, placer sensorial inmediato en medio de la redención.

Finalmente, el momento esperado de muchos fue Oh Sees en su versión ampliada, banda originaria de San Francisco con sede en los Ángeles California, que retoma el entorno de la costa oeste realizando una combinación de dos o más sustancias entre el garaje punk, el surf y el rock sicodélico. Algo así como una sinergia aglomerada de Grateful Dead, the sonics, the Cramps, the zeros con toda la esencia punk de Orange County. Oh Sees transborda un oasis espacial con ondas que se propagan por la superficie entre dos medios materiales: acumulación de pericia instrumental costera y radiación electromagnética con alto volumen sicodélico. Aunque su presentación inició con algunos desajustes en la ingeniería del sonido, (la banda invocaba un tal “Fernando” repetidamente), Oh Sees no dudó en comenzar su show ante una audiencia que había esperado mucho tiempo su ejecución. Con dos Baterías tocando de forma simultánea, (muestra de vanguardia como Lizard Wizard King Gizzard o incluso Franz Ferdinand actualmente), un bajo galopante en su atmosfera, sonidos orgánicos emulando su bioluminiscencia, una guitarra que estrangula la estridencia de la noche, y una voz resonante que se adhiere al sonido consonántico y gutural de su aguardiente yugular, Oh Sees entonó temas como “I Come From the Mountain” que explotó en una simbiosis entre el Río San Miguel y la terracería atmosférica, Nite Expo” que provocó una danza á go-go en medio del desierto, o “Tidal Wave” una interacción entre el sol, el mar y la luna, que nos llevó a vislumbrar la profundidad de su ser minimalista en su máxima epopeya. Oh Sees maquinó un paisaje que nos reitera que el rock no se ha detenido, ni siquiera ha muerto, el rock sigue vivo y mutando en su reacción química.

Camino a Hermosillo, un servidor se desplomó en el servicio de transporte que el evento proporcionó, un parpadeo bastó para despertar en ésto que llaman ciudad del sol, un etnocentrismo obscuro que se abstiene de nuevas propuestas musicales, de opacar personas que tratan de mostrar nuevos circuitos de bandas independientes. Posadelic 2019 fue un estado de reposo que no puede ser medido por el tiempo, dentro de un microcosmos que alimenta la esencia del rock.

foto: Alternativo Mexicano
Foto @horebglez
Foto: Sahuaro Fest
Foto: Juan el Tomeiro Jackson




miércoles, 14 de noviembre de 2018

Brant Bjork y la sicodelia del desierto...


“…a veces pienso en toda la gente de este pueblo,
¿crees que algún día les pase algo interesante?...”
Bart Simpson.
Por Hugo César:

Pensar en el rock stoner como un género consumando es asociarlo a grupos como Kyuss, Fu Manchu, Slu Burn, con antecedentes en bandas como Black Sabath, Pentagram, Obsesed, agrupaciones dispersas como Across the River, Melvins o Saint Vitus.; también bandas posteriores como Fatso Jetson, Brant Bjork, Nebula, High on fire o acid King. Para muchos, el estilo es simplemente una evolución del rock sicodélico de los 70s, para otros una incisión del metal, algunos pocos lo conciben como una aberración del hardcore o simplemente un alcaloide auditivo. Más allá de eufemismos que adornan su parsimonia, clichés de drogas y adjetivos sin demostración, el rock stoner (o rock desértico) es un estilo complejo con múltiples dimensiones. Dentro de él persisten dos elementos constantes: uno se deriva del delirio pentatónico en su escala de ejecución, guiño constante hacia las raíces del rock, otro es que ninguna banda en este estilo ha alcanzado la cúspide comercial a diferencia de otros géneros (tal vez lo más cercano fueron algunas bandas “grunge” que retomaron ingredientes sin dar crédito). De esa forma, el rock stoner mantiene una autenticidad que puede reflejar una honestidad musical, una cosmovisión ligada indiscutiblemente a la paleontología del rock, de todos sus seres que lo habitan y lo alimentan desde el inicio hasta su antítesis actual.

En ese sentido, cuando se anunció la visita de Brant Bjork a Hermosillo Sonora, muchos pensamos que era un disparate, una broma de mal gusto después de una etapa regional que se ha caracterizado por ataques y desprestigios internos dentro de eso que llaman “escena”, una especie de estiércol para alimentar el ego de su ganado, el agua residual huele mejor que eso. Pero lejos de ello, Brant Bjork y su banda visitaron la ciudad el pasado 16 de octubre, un evento gratuito reservado solo para aquellos que quisieran asistir y donde la banda Sgt. Papers se ocupó de dar apertura. El lugar estuvo ocupado por un modesto número de personas, melómanos, miembros y exintegrantes de bandas locales, así como ociosos en general. Todo se acomodó para que los asistentes pudieran captar la implosión de un personaje protagónico dentro de la historia del rock, un ente musical cómplice de un estilo vinculado a nuestro árido ecosistema. 

Desde el comienzo, la presentación de Brant Bjork fue precisa en cada riff que emitían, un sonido perfecto, prueba de que no es la capilla sino sus muertos lo que a veces hiede en su resonancia, una imagen orgánica a través del sonido sicodélico del desierto, un rock duro y honesto, dosis precisa para hidratar las mentes cactáceas y sus oídos arenosos. El lugar fue testigo de la promoción de su último álbum, así como temas variados que nos brindaron una serie de cuidados paleativos con poder de hipnosis y teletransportación, un Brant Bjork entregado a cada uno de sus acordes y gesticulaciones.

Su primer tema “Swagger & Sway” extraído de su actual disco Mankind woman, abrió la penumbra para sumergirnos en una reverencia cautelosa reservada en un punto entre el abismo y su espacio. Posteriormente la canción “Humble Pie” de su álbum Tao of the Devil nos mostraría la sinergia que habita en la resaca de un viaje en el tiempo contrastante en el insomnio geográfico. No obstante todo pareció cambiar de tonalidad al interpretar sus dos temas clásicos posteriores: “Controller destroyed” y “Too many chifs”, la acústica comenzó a temblar, la resonancia arremetía en la turbulencia del viaje, mezcla de terracería y salinidad, zumbaban frases como: “…you can't change the blood and we don't wanna be the same as you…” como un manifiesto de anarquismo obstétrico, “…as the greed eats the sand turns to stone all that lives…” un eterno retorno al origen de la territorialidad desértica de Norteamérica. Ese primer bloque de canciones cerraría con el sencillo “stackt”, el cual detendría la exacerbación con el aumento transitorio de la gravedad en su sintonía.

Ulteriormente hizo una escala dentro de una estación de recarga sicológica para interpretar los temas “Mindkind Woman” y “Stokely up now”, con ello se creaba una remembranza de aquellos que forjaron el rock, invocando frases como: “…hey, did you feel that? the place to be is where you at get up now”...

Ese preámbulo sirvió para que la audiencia contemplara en el escenario la incorporación de Sean Weahler, vocalista de la banda de punk rock Throw Rag, fue ahí cuando la noche se amenizó con la canción “Chocolatize”, del disco más reciente de Brant Bkork. Dicho tema demostró el sincretismo posible entre rock stoner y punk rock más allá de la actitud, una dimensión paralela que puede transgredir los límites puritanos de los seudocríticos actuales. La participación de Sean Weahler se entretejió de poco a más en los 5 temas posteriores hasta llegar de forma exponencial a la canción “Nation of indica”, interpretación desgarradora que nos adentra en una especie de condición humana a través de la culpa y la redención. La banda concluyó con “Lazy Bones-Automatic Fantastic” y “Low desert punk” con la cual despidió la noche, una especie de oda al bioma social que habitamos.

En general Brant Bkork logró desertizar nuestros sentidos organolépticos y darnos un poco de ilustración sobre la esencia del rock. Mi trabajo de observación clínica concluyó y posterior a ello, Edgard Yocupicio, músico regional e ingeniero de sonido del lugar, conversó con Brant Bjork detrás del escenario:

EY: ¿Qué opinas del sonido del desierto, respecto a California y Arizona,  tiene un sonido específico?
BB: Pienso que no hay un sonido específico, sino más bien una vibración específica en el desierto, esta vibración se expresa en muchos sonidos, muchos colores, muchas ideas y palabras. Pero indiscutiblemente la vibración del desierto, es la vibración del desierto, es lo que es, no un sonido.

EY: ¿Percibes algún tipo de bandas dentro de la escena del desierto?
BB: Aunque vengo del sur de California, he visto muchas bandas en la región, pero el rock y la música rock and roll es lo que admiro, en particular amo el rock americano de los 60s que está envuelto en intenciones y espiritualidad, es revolucionaria, como originalmente es en si el rock, más de protesta y menos de entretenimiento, más de comunicación, por eso amo el rock de los 60s.

EY: ¿Puedes dar un mensaje para las bandas de Sonora y que pertenecen y tocan en este desierto?
BB: Que sigan tocando, nunca dejen de tocar, para hacer buena música tiene que venir de en vivo, del contexto en el que vivimos, eso es la música rock en particular.

EY: Gracias Brant Byork, ésta entrevista es para mi amigo Hugo que no pudo estar en este momento, ¿algún mensaje para él?
BB "Hugo, ¿qué onda?, tengamos la entrevista la próxima vez...ahí nos vemos carnal"

@Huguete80






Fotos: Felipe García
@DonFelipeG

domingo, 11 de febrero de 2018

¿Violencia de género en el Rock local? El caso de los videos de Sgt. Papers, Baby Dollz y el Rey ha Muerto.

“Es un escándalo pegar a las mujeres,
y los gritos de tu mujer no me dejan dormir”
(Hipócritas católicos - La Polla Records)

Por Hugo César:

En los últimos meses, la escena musical de Hermosillo ha sido cuestionada por la predominancia de un circuito de bandas emergentes, los cuales presentan una audiencia en sus eventos superior a cualquier otro circuito actual, y al mismo tiempo son mencionados de forma constante en medios de divulgación tanto locales como nacionales. El caso de las publicaciones escritas sobre Señor Kino y Sgt. Papers dio lugar a una polémica producto de la desinformación tanto de los medios externos que escribieron sobre ellos, como de los críticos que arremetieron contra las notas. En las dos posturas (tanto medios como críticos) no lograron comprender la complejidad del fenómeno.

Dentro de esa fricción, surgen observaciones diversas que se suman al conjunto de ataques y descréditos artísticos de estas bandas. El pasado mes de enero de 2018, la banda Sgt. Papers divulgó el film de su video “Pank”, dentro de una proyección sumamente bien elaborada y producida, pero con una historia que repite una concepción de nuestro paisaje, mezclado con el cliché adolescente. No obstante, la polémica viral aquí fue la violencia de género, donde el video muestra la interacción de dos aparentes adolescentes que cruzan un umbral sicodélico y que en un lapso de cinco segundos, la mujer es atacada por el protagonista, simulado a través de su alucinación. Lo anterior se volvió susceptible de censura ante grupos que se autoproclaman feministas y críticos locales de música, manifestando que el video incita a la violencia de género. Se generó un ataque directo tanto con el grupo como con los realizadores del film, desembocando en algunos casos en la difamación.

Sin embargo en 2016, la banda de Hermosillo Baby Dollz lanzó su video “Through Our Darkness”. En la filmación de la historia se muestra la privación de libertad de un hombre por una mujer, el cual posteriormente se ve amordazado y, ante un conjunto de féminas, se hace visible la supuesta misandria a través de la tortura del protagonista. El video jamás causó polémica, la banda no ha sido objeto de críticas severas, son una banda de mujeres dentro del hardrock metal regional con una fuerte presencia en redes sociales y una trayectoria sólida a través de sus producciones y diversas presentaciones en otros estados.

Otro caso para mencionar es de la banda hermosillense El rey ha Muerto, quienes en 2013 presentaron su video “Obliterar”, una gran producción visual con la colaboración de actores reconocidos en el ámbito comercial como Luis Fernando Peña y Thali Alejandra García Arce. En la trama del video se muestra la privación de la libertad de una joven mujer por un hombre aparentemente desconocido para ella, el cual posteriormente la asesina. El video fue aceptado de forma positiva por los medios locales, y en ningún momento se divulgaron detracciones virales de grupos feministas o críticos citadinos; la banda goza de una reputación aceptable, con presentaciones dentro y fuera del Estado de Sonora y han sido entrevistados por periodistas distinguidos.

La violencia de género la define la ONU como “Todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible real o físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción, o la privación arbitraria de la libertad…”. Cabe recalcar que incitar a la violencia de género a través de una obra es un tema complejo. Podemos encontrar literatura desde novelas aplaudidas como Patrick Süskind autor de El perfume, historias en libros de Charles Bukowski o escenas de películas de Alejandro Jodorowsky; en todas ellas la violencia de género está presente y no han sido señaladas como propensas a la incitación de violencia, sin mencionar la enorme cantidad de bandas de rock nacional como de corte internacional de renombre que también lo han reflejado tanto en sus videos y letras.

Por tanto, cabe preguntar de forma simple: ¿en qué momento se puede determinar la violencia de género en una expresión artística? ¿Por qué Sgt. Papers fue objeto de censura y difamación, a diferencia de Baby Dollz y el Rey ha Muerto? ¿La violencia de género es visible a conveniencia? Al parecer existe entre los críticos locales y círculos emergentes feministas un disimulo de condiciones contrarias a lo que realmente se presenta, una incongruencia de lo defendido y lo concebido, y a eso se le llama hipocresía.


Sgt. Papers - Pank
https://www.youtube.com/watch?v=R6cTYSlOdUE

Baby Dollz - through our darkness
https://www.youtube.com/watch?v=XtfEsvGQZzs

El Rey ha Muerto - Obliterar
https://www.youtube.com/watch?v=3_yLrB23dMY

sábado, 9 de diciembre de 2017

Paralelo de Rock en Sonora: de La Última Vuelta hasta Sr. Kino…

¿Qué es un segundo en un siglo?” 
Miguel Medina 
Por Hugo César:

La primera vez que escuché en vivo a La Última Vuelta fue en octubre de 1995 en el CUM dentro del concierto Revolución 95. Un servidor tenía escasos 14 años de edad y la banda dio apertura a uno de los eventos más importantes de Rock en Sonora, compartiendo escenario con Fobia, Aurora Negra, La Lupita y Maldita Vecindad. El evento los posicionó en ese momento como el grupo de Rock de mayor importancia en la entidad. Su Hard Rock alternativo se alineaba en la transición del sonido melódico de los 80s con la estridencia naciente de los 90s. La gente hablaba de ellos, se mostraban presentaciones en vivo en la rotación de videos del programa Visión Rock de Telemax o canciones demos emitidas en la radio local. 

Posteriormente en una distancia muy lejana de tiempo, a mis 35 años de edad, víctima del delirio posmoderno y buscando propuestas musicales vinculadas al garage-stoner, alguien me comentó de un circuito alternativo local influenciado por sonidos similares y alineados a las nuevas propuestas nacionales. No dude en buscarlos y en diciembre de 2016 escuche en vivo a Sr. Kino, banda que retoma la esencia LoFi mezclado con sonidos Shoegaze, Garage y Punk. Esa misma noche tocaron las bandas Slaves, Noches de Peñasco y Buzz Kill, todos ellos interpretando canciones propias y curiosamente covers de temas noventeros. Con los meses frecuenté ese circuito emergente de bandas adolescentes y pude apreciar que Sr. Kino es el grupo con mayor poder de convocatoria. Los medios de música independiente hablan de ellos y poseen una fuerte presencia en redes sociales.

Escribir sobre el presente contexto de rock local y regional en Sonora (en este caso de Hermosillo), es retomar una discusión añeja sobre qué es lo que sucede con la música y el “compromiso” de la gente en nuestra ciudad. Actualmente se han realizado varios eventos que congregan a la mayoría de las bandas; se aprecian dos brechas generacionales bastante marcadas por la diferencia de edad, cada una de ellas realizando eventos muy distintos. Por ejemplo, el concierto FestiRock realizado en la Sauceda en el presente año, tuvo por objeto reunir un conjunto de bandas representativas de los 90s como Sectas, Ataxia, La última Vuelta o Restos, donde para tristeza de muchos, la afluencia del evento no fue efectiva, hubo un número muy reducido de personas que pudieron tener cabida dentro de un bar. En cambio, asistir a un festival del nuevo circuito con bandas como Sgt. Papers Lonely Psych Punk Band, Sr. Kino, Rotten Daisies, Buzz Kill entre otros, se aprecia una convocatoria positiva donde es notorio que las nuevas generaciones si apoyan a sus bandas dentro del nuevo circuito.

Cada generación presenta rasgos de inconformidad distintos, elementos con descontento que se encuentran dentro del imaginario colectivo de sus escuchas y sus respectivas apatías. Podemos recordar aquel cáncer de las tocadas noventeras y posteriores caracterizado por la abstención de la gente de entrar a los eventos y permanecer afuera ingiriendo cerveza en espera de un portazo, en contraste con el nuevo circuito, donde en algunas tocadas, no se han dado abasto de poder introducir a todos sus asistentes ante el lleno total. También el vestigio del pasado donde se consideraba “vendido” al que grababa con una disquera oficial. De tocadas con amplificadores que parecían loncheras, hasta nuestros días donde bandas traen ingenieros de sonido. En muchos rasgos la escena local ha cambiado, pareciera que unos añoran un pasado lleno de trabas, mientras que otros ansían el sonido del pasado, pero sin su contexto deplorable.  

Ver esos dos circuitos de bandas juntas, las de “antaño” y las “nuevas”, parecía indisoluble, lejos de poderse asociar o mezclar. No obstante, el pasado verano de 2017 se realizó el evento SubKultvra Festival 17 organizado por RVL DAZE, el cual reunió bandas de todo tipo en un maratónico festival de 10:00 am a 12:00 Pm. El evento sin costo alguno y para todas las edades pudo reunir a un conjunto de bandas de distintas géneros, genes y generaciones. Un servidor tuvo la fortuna de apreciar un momento impremeditado que reunió a dos bandas de forma consecutiva y que bautizan una parte del título a esta reseña: La Última Vuelta y Sr. Kino.

En dicho evento se pudo apreciar el esfuerzo de conectar esas dos generaciones. Por un lado, La Última Vuelta, que envolvió a toda la gente en una concepción de concierto pura, con músicos experimentados, mezclas de melodías y sonidos estridentes que nos sumergieron en la transición de los 80s y principios 90s, producto de un hard rock sónico visceral (somos una mole). Por otro lado Sr. Kino, con su enérgica presentación dentro del extraño mundo de la baja fidelidad, su entrega total con sus seguidores que bailan en cada canción, la perspectiva de género (casi inexistente tiempo atrás) con un sonido garage punk alternativo, reviviendo las armonías que dieron origen al Rock. 

Pareciera que este año estábamos aproximándonos a un posible punto de ebullición de rock local, era el inicio de lo que pudo ser una gran escena incluyente, influenciada por la esencia alternativa de antaño en conjunto con el circuito que pone el sudor en las tocadas. Pero una parte de la gente en Hermosillo habló como suele hablar, los que se autodenominan escépticos de los medios ahora se volvieron crédulos de los medios. Muchos se tragaron el amarillismo barato de una nota. Ancestros locales víctimas de su propia contradicción y un circuito emergente con obstinación. La megalomanía de algunos seudo músicos y críticos alimenta el etnocentrismo actual, la podrida “escena” y su división eterna. Por lo pronto seguimos donde mismo, llenos de basura textual sin figurar en otro lugar, irónicamente no se puede esperar más. Pero mientras eso ocurre un servidor escucha y disfruta de Sr. Kino y La Última Vuelta, y al que no le guste pues…. Salud.



martes, 14 de febrero de 2017

Señor Kino y la nueva escena emergente

Por Hugo César

“El rock en Hermosillo está muerto”, ese es uno de los tantos comentarios que han sonado desde hace tiempo en la capital de Sonora, después de que varios tokines se han visto desolados por sus escuchas. Hoy en día pareciera que el rock se extingue dentro de algunos espacios que han brindado el apoyo a las bandas. Algunos dirán que cualquier escena musical empieza de cero, con un público reducido correspondiente incluso a los mismos miembros de las bandas que tocan esa noche. Sin embargo, en Hermosillo, la escena de tocadas en establecimientos comerciales viene de más a menos, con una apariencia de abstinencia, antítesis y resaca en contradicción, una negación del rock.

Dentro de esa percepción, se menciona que ya no hay tocadas como antes, que se perdió la identidad y la esencia, que los grupos ya no tocan por gusto sino por vanidad, que no existen bandas que aporten. Para contrastar lo anterior y evidenciarlo, un servidor se sumergió más allá del subterraneo desconocido por la gente en riesgo de vegetación, y pudo apreciar que la escena rockera está activa, que hay muchas bandas con propuestas genuinas e interesantes, que los comentarios son el azolvamiento de una concepción carcomida por las tocadas en bares, exclusión de propuestas y la megalomanía de muchos de sus personajes. A todos ellos les decimos ¡jodanse!, el rock sigue vivo, un recurso renovable no apto para narcisistas con impotencia musical.

El pasado 20 de diciembre de 2016, la banda Jueves de peñasco organizó el evento “La choza de los superpequeñines”, una tocada que empezó alrededor de las 7:00 pm en una colonia al norte de la ciudad y que de manera puntual tuvo un lleno total dentro de una escena subterránea tradicional. Además de los anfitriones, las bandas Señor Kino, Fixion, Slaves y Buzzkill, estremecieron el lugar generando un baile sónico y caótico entre los asistentes, un garage sicodélico envuelto de sonidos grunge, punk, fusión y noise. El tiempo siguió su curso y pude apreciar la verdadera esencia del rock, dentro de un pequeño lugar con gente bailando a mi alrededor, sin críticas ni pretensiones, a nadie le importaba el orden de los factores, a nadie le importó abrir o cerrar, aquí todos son primeros y últimos a la vez.

Esa misma noche tuve la oportunidad de platicar con Karl Neudert (KN), vocalista de la banda Señor Kino, quien, de manera muy atenta y generosa, contestó las etílicas preguntas de un servidor (HC) el cual se encontraba dentro de una paramnesia de recuerdos y trastorno de nostalgia.

HC. ¿Cuándo inicia señor Kino?
KN. Empezó en diciembre de 2015, yo iba en secundaria, escuchaba mucho rock y junto con Carolina (bajista actual) decidimos hacer la banda. Un día le dije que haríamos el grupo y con el tiempo resultó. Con ella congeniaba mucho en los gustos musicales que teníamos y comenzamos a practicar entre los 14 y 15 años, luego se fueron incorporando el resto de los integrantes.

HC. Tienen influencia de grupos actuales como los Blenders, ¿Qué otras influencias consideras forman parte de ustedes?
KN. Creo que cuando escuché a bandas como O tortuga y los Blenders tuve un gusto por una escena musical que se estaba desarrollando en la ciudad de México, comprendí que teníamos preferencia tanto por el surf como por el garage y decidimos hacer algo similar aquí, algo que otras bandas no estaban haciendo.

HC. ¿Se sienten dentro de un sonido garage o neogarage?
KN. Es como una combinación de los subgéneros, del punk, del surfpunk con derivados de garage.

HC. Algunas personas pensarían que tiene un sonido argentino alternativo, ¿hay algo de ahí o simplemente así suena actualmente el garage?
KN. Tal vez inconscientemente. Hay bandas argentinas de shoegaze que escuchaba mucho y que les mostraba a mis amigos, yo les decía que así quería sonar y entre todos fuimos formando un sonido, evolucionando poco a poco. Tenemos canciones que son un poco de surf, otras más lentas y tristes, y algunos cercanas al postpunk.

HC ¿Algunas bandas que te gusten de Sonora?
KN Todas las que están tocando ahorita aquí jajaja. Quisimos tomar todo lo que estuviera fuera del metal, fuera del ska y fuera del rap, que es como lo más fuerte en Hermosillo, y lo que me gusta es que están saliendo nuevas propuestas, como Slaves que es industrial, u otras bandas de amigos que tocan shoegaze.

HC ¿En qué edad ubican a su público?
KN La verdad tenemos un público adolescente, talvez por las letras o por las influencias que tenemos.

HC ¿Qué es Sr. Kino y a qué aspira?
KN. Empezó como un juego. Al principio teníamos un poco de temor por el género musical que tocamos, no veíamos que fuera del gusto de la gente, pero empezamos a gustar y nos apoyaron, fue de ahí que decidimos tomárnoslo en serio, en grabar un álbum más formal y continuar con el proyecto.

HC.  Entonces ya cuentan con grabaciones independientes
KN Contamos con un EP producido por la Casa Producciones, el cual nos gusta mucho pero el próximo álbum estará mejor (jajja) porque el sonido que teníamos ahí éramos solo de tres, más bien es un demo de los que queremos hacer.

HC. Viendo que son una banda joven con canciones originales, qué le pueden decir a los grupos emergentes que tocan covers
KN. Que se arriesguen, así empiezan las bandas, todo comienza por un riesgo, es importante, empezar, tocar y no aguitarse si a la gente no le gusta lo que tocas, sino que te guste.

HC. Son una banda muy enérgica a diferencia de otras bandas, ¿de dónde sacan eso?
KN. Nos gusta sentir la música, divertirnos y ver que la gente se divierta, eso te prende, te emocionas ver cómo a la gente le gusta.

HC. ¿Por qué señor Kino?
KN. Quisimos tomar un nombre playero, pudimos llamarnos Sr Guaymas o don Empalme pero optamos por Señor Kino, por la bahía.

HC. ¿El rock está muerto en Hermosillo?
KN. No jajajaja

HC. Gracias por la entrevista, quisiera que dejaras tu nombre para el registro.
KN. Por nada, soy Karl Neudert

HC. ¿Si es tu nombre? o ¿es tu seudónimo?
KN. Si, es mi nombre.

HC. Bien, un poco fuera de lo común, supongo que te lo han dicho.
KN. Si, casi todos los días jajajja….

                                                                                         


Killing Vectors y $LAVE$, variables complejas dentro de la escena emergente

Por Hugo César:

Continuando con nuestro trabajo etílico antropológico sobre la nueva escena emergente, el equipo editorial de Coyote de Fuego asistió el pasado 6 de enero a la tocada “Stoner Rock Hmo” en la histórica colonia del PaloVerde, a un costado de la fractura geográfica que divide a la llamada ciudad del sol. Dentro del relieve ancestral, entre escurrimientos obstruidos por la mancha urbana, nos encontrábamos justo en una planicie con depósitos eólicos que un tiempo vio nacer tocadas memorables y bandas punks en Hermosillo. Ahora la escena emergente se trasladaría de norte a sur, sin importar el espacio-tiempo que enarbola las escusas existenciales de aquellos que sufren el actual síndrome de abstinencia de rock.

Dentro de un domicilio particular, similar a una especie de jardín botánico, las bandas Señor Kino, Killing Vectors, $LAVE$ y Trance compartieron su sonido y fueron rodeadas por su público, el cual respondió desde muy temprano a cada uno de los temas envueltos en luces cósmicas, espíritus arcaicos de brujas y sueños sumergidos por el concreto. Una tumba de lamentos regulada por el zanqueo de una generación en ebullición, víctimas de una realidad posmoderna que devuelve a los jóvenes el poder de convocatoria y el sudor de ideales en una nueva concepción.

Aun cuando la tocada tuvo variantes de géneros en los que resaltaron el surf sicodélico, el garage, hard rock  y noise punk; la magia del lugar nos teletransportó a la esencia del Stoner con un público entregado de principio a fin a sus bandas, danzando entre riffs desérticos y letras viscerales. Fue en ese lugar donde establecimos el contacto con las bandas Killing Vectors y Slaves, los cuales, a través de nuestro muestreo aleatorio emborrachado, respondieron en días posteriores a nuestras preguntas. 

Killing Vectors
De acuerdo a la percepción de la banda, el nombre Killing Vectors  responde a “la cantidad que aparece en la teoría general de la relatividad: Killing es el apellido del responsable (Wilhem Killing) y Vectors es simplemente vectores”. Lo anterior como muestra representativa del perfil de sus integrantes (estudiantes de física) adictos a la ciencia natural que se encarga del estudio de la energía, la materia, el tiempo y el espacio. Con un antecedente de rock local que los relaciona con la extinta banda local Sapiens Demens, el grupo comenzó en agosto del 2016 con Jorge Luis Duarte (batería), Alan Aganza (bajo) y Oscar Sanders (guitarra). Su sonido lo ubican dentro de los géneros Stoner, Doom, Occult y Hard Heavy Rock, aunque ellos lo llamen simplemente Surf Oscuro o Black Surf.

Sus influencias más confesables se dirigen a gustos por Kadavar, Kyuss, Black Sabbath, Pentagram, Fu Manchu, Brant Bjork, Night Sun y Electric Wizard, entre algunas otros. Se consideran una banda emergente que se está integrando a la escena de rock local y esperan próximamente grabar un álbum y un EP de Black Surf. Más allá de la clasificación de su género, Killing vectors responde a todo un fenómeno global de bandas que retoman el Rock Stoner y lo fusionan con variantes de otros estilos, su sonido denso muestra la evolución de sus integrantes dentro de un contexto que retoma al rock desértico como punto de referencia de su creatividad.

$LAVE$
Por otro lado, la banda $LAVE$ decide el nombre como un adjetivo de una cosmovisión en sometimiento ante el sistema monetario internacional, una transición de la vida atrapada en el homo-economicus. “Es algo innegable y nos perseguirá hasta la tumba. Es lo único que odiamos, pero no podemos dejar de buscar”. La banda se crea en julio de 2015 y se compone de los integrantes: Necro$anto (vocales), I$himura (bajo), Ugly Mane 0$ (teclados/beats electrónicos), Sevink (batería), Donaldo Plata (guitarra). Se relacionan con bandas locales anteriores como El día de la marmota (Sevink y Donaldo), Chaos brings order (negrosanto).

Su sonido en un principio caracterizado por el punk y el rap, los conllevó enfocarse más hacia el punk y sintetizarlo a partir de noise, harcore y otros subgéneros. Sus influencias podrían ser como lo mencionan grupos de la talla de Black flag, Code orange, H09909, Deftones, Moenia y the HKBO. Sin embargo, también mencionan a bandas de noise como MachineGirl o NAHstuff.

En general la banda alterna de manera solidaria con bandas como Trance, Señor Kino, Bonsai Babies, o la extinta banda El día de la marmota. Han sido teloneros de bandas/artistas del circuito de Dani Shivers de Tijuana, MachineGirl de NY, así como de HKBO. Entre sus expectativas a futuro se encuentra un nihilismo desahuciado dentro de su imaginario colectivo, o como bien lo mencionan, simplemente gustan de hacer música y participar en lo que llaman la nueva cara del punk, con un perfil más técnico y no tan minimalista. Esperan pronto grabar un EP para poder compartir su sonido caótico e hipocondriaco. Salud por todos ellos….




lunes, 10 de octubre de 2016

Entrevista a Playboy Manbaby, rabia adolescente desde el desierto de Arizona…

“I don’t got time to work at minimum wage 
I got a lifetime of adolescent rage 
and anger is the only kind of passion that 
I try to hide from people at the laundromat
I don’t need to listen to the voices in my head 
I wanna kill the people on my television set”
Mermaid Pterodactyl-Playboy Manbaby

Por Hugo César:

El desierto como vacío abundante de una simple impresión, comprende un hábitat de especies ocultas y una panorámica de paisajes en riesgo de erosión. Algunas descripciones reflejan complejidades más nihilistas que biológicas, “el desierto crece” diría Nietzsche “¡ay de aquel que dentro de sí cobija desiertos!”. Otras concepciones, como la de David Benioff, lo expresa como un exilio de nuestra especie, un lugar de prófugos de la condición humana. En el noroeste de México (Sonora) y el suroeste de EU (Arizona), el desierto alberga dos territorialidades complejas; la aridez rompe el límite de la fisura política-geográfica, un espacio delimitado por la música donde han transitado bandas punks que comparten su único recurso escaso ante la exigua precipitación, cactáceas columnares y almas disecadas por el sol. 

Hablar de ese ente musical compartido entre dos regiones fronterizas es remontarnos a principios de los noventas, cuando Malignus Youth, banda oriunda de Sierra Vista Arizona visitó la capital de Sonora en el verano de 1992, su caótico sonido sónico influenció a toda una escena local ansiosa de estallar en una resonancia que representara el espejismo árido y su radiación. Seis años después, en el invierno de 1998, la banda Weird Love Makers provenientes de Tucson Arizona, visitaron Hermosillo para contagiar a una escena más alternativa a través de un sonido punk acelerado e iconoclasta, un estilo que se plasmaría en una extensa producción de discos compilatorios, sencillos y álbumes oficiales. Fue a través de eventos como estos que existió una comunidad de bandas hardcore-punk entre Arizona y Sonora, una utopía transfronteriza y una escena de rock cada vez más endémica. 

A pesar que, en los últimos años, los estragos de la posmodernidad parecían extinguir ese desierto compartido en las décadas anteriores, el pasado incendiario verano del 2016, la banda Playboy Manbaby originaria de Phoenix AZ visitó Hermosillo. En su presentación, la banda compartió un género derivado del punk regional de Arizona, pero entremezclado con sonidos enérgicos como el funk y el rock fusión, una fórmula emergida de sus raíces musicales y del college town de donde provienen (Tempe AZ). Su intensa ejecución musical a través de la entrega de cada uno de sus integrantes explotó en cada canción, sin importar el padecimiento físico o la inevitable insolación. Los minutos transcurrieron y Plaboy Manbaby transgredió la llanura aluvial desértica para inocular a sus escuchas con sus armonías estridentes y su estilo antagónico.

Una vez más, una banda independiente nos demuestra que la esencia del rock no sucede en los grandes escenarios, sino en los pequeños rincones donde transpiran los sentidos, una simplificación de la realidad más amena, lejos de la parafernalia publicitaria y su alucinación comercial. Fue unos minutos antes de que comenzara su vehemente tocada donde los integrantes de Máquina 501 tuvieron la oportunidad de platicar con ellos.

M501: ¿Cómo definen su sonido, el estilo de PlayBoy Manbaby?
PBMB: Es una mezcla de varias cosas, un poco de punk, un poco de funk, hemos escuchado varios estilos y lo hemos sintetizado como Wird art punk funk music. Creo que de punk escuchamos muchas bandas de los ochentas, como Dead Kenedys pero después también nos influenciamos por bandas como Talking Heads y muchas otras.

M501: La escena Rock and Roll o Punk Rock, ¿cómo es en Phoenix Arizona?
PBMB: La escena local es bastante buena, mucha gente no espera grandes conciertos o que sea como en las grandes ciudades como en Los Ángeles o en New York, hay muchas bandas tocando y la gente responde. Hay muchos lugares buenos para tocar, solo que Phoenix es una ciudad muy estricta y muchos de estos lugares cierran, pero al mismo tiempo se abren otros. Tenemos una gran audiencia, ahora nos escuchan muchos jóvenes que se vuelven locos en los shows y eso realmente nos gusta.    

M501: Descríbanos un poco el sonido de cada Álbum de PlayBoy ManBaby
PBMB: Tenemos un par de grabaciones tempranas que no contamos, pero realmente el primero que contamos es Bummeritaville es una grabación más punk, como una grabación garage. Y lo que grabamos en Electric Babyman pusimos un poco de weird punk y más funk. En el próximo álbum a realizar haremos cosas más diferentes. A medida que más tocamos, más estilos distintos adoptamos, es algo divertido hacerlo.

M501: ¿Cuántas veces han tocado en México?
PBMB: Esta es nuestra segunda ocasión, solo hemos tocado las dos veces en Hermosillo. Realmente nos ha encantado la ciudad de Hermosillo, las personas nos han tratado muy bien, ha sido muy divertido venir aquí. También quisiéramos tocar en la Ciudad de México o en Guadalajara ya que tenemos amigos que viven allá.

M501: ¿Qué opinan de la escena musical subterránea o independiente de EU?
PBMB: Ha cambiado mucho, ahora hay más band
as con más estilos y distintas formas de escucharlos. Ahora existe una audiencia amplia para esos géneros y que aprecian los sellos discográficos pequeños e independientes. Pero al mismo tiempo hay muchas bandas que aparecen y desaparecen muy rápido porque es un poco duro el salir de tour y manejarse dentro de esta escena.

M501: Han sacado sus grabaciones en formato de casetes, ¿qué nos pueden decir al respecto?
PBMB: Es algo que han estado haciendo varias bandas de la escena independiente, bandas de garage principalmente. Fue algo que retomamos por nuestras influencies musicales. No es caro, es algo accesible y fácil de distribuir, más ahora que hay gente comprando casetes como colección.

M501: Gracias por la entrevista a todos, quisiéramos que dejaran sus nombres en el registro.
PBMB: Robbie Pfeffer (voz), Chris Hudson (bajo), TJ Friga (Guitarra), David Cosme (trompeta), Ricky (Sax) y Chad Dennis (batería). 

Videos:
https://www.youtube.com/watch?v=vGsz6cUZYck
https://www.youtube.com/watch?v=pY6AzxY4XC0
Contactos:
http://playboymanbaby.bandcamp.com/
http://playboymanbaby.com/
https://www.facebook.com/ButterGravyButter/


Foto de playboymanbaby.com