“…a
veces pienso en toda la gente de este pueblo,
¿crees
que algún día les pase algo interesante?...”
Bart Simpson.
Por Hugo César:
Pensar en el rock stoner como un género
consumando es asociarlo a grupos como Kyuss, Fu Manchu, Slu Burn, con
antecedentes en bandas como Black Sabath, Pentagram, Obsesed, agrupaciones
dispersas como Across the River, Melvins o Saint Vitus.; también bandas
posteriores como Fatso Jetson, Brant Bjork, Nebula, High on fire o acid King. Para muchos,
el estilo es simplemente una evolución del rock sicodélico de los 70s, para
otros una incisión del metal, algunos pocos lo conciben como una aberración del
hardcore o simplemente un alcaloide auditivo. Más allá de eufemismos que
adornan su parsimonia, clichés de drogas y adjetivos sin demostración, el rock
stoner (o rock desértico) es un estilo complejo con múltiples dimensiones.
Dentro de él persisten dos elementos constantes: uno se deriva del delirio
pentatónico en su escala de ejecución, guiño constante hacia las raíces del
rock, otro es que ninguna banda en este estilo ha alcanzado la cúspide
comercial a diferencia de otros géneros (tal vez lo más cercano fueron algunas
bandas “grunge” que retomaron ingredientes sin dar crédito). De esa forma, el
rock stoner mantiene una autenticidad que puede reflejar una honestidad
musical, una cosmovisión ligada indiscutiblemente a la paleontología del rock,
de todos sus seres que lo habitan y lo alimentan desde el inicio hasta su
antítesis actual.
En ese sentido, cuando se anunció
la visita de Brant Bjork a
Hermosillo Sonora, muchos pensamos que era un disparate, una broma de mal gusto
después de una etapa regional que se ha caracterizado por ataques y
desprestigios internos dentro de eso que llaman “escena”, una especie de
estiércol para alimentar el ego de su ganado, el agua residual huele mejor que
eso. Pero lejos de ello, Brant Bjork
y su banda visitaron la ciudad el pasado 16 de octubre, un evento gratuito
reservado solo para aquellos que quisieran asistir y donde la banda Sgt. Papers se ocupó de dar apertura.
El lugar estuvo ocupado por un modesto número de personas, melómanos, miembros
y exintegrantes de bandas locales, así como ociosos en general. Todo se acomodó
para que los asistentes pudieran captar la implosión de un personaje
protagónico dentro de la historia del rock, un ente musical cómplice de un
estilo vinculado a nuestro árido ecosistema.
Desde el comienzo, la
presentación de Brant Bjork fue precisa
en cada riff que emitían, un sonido perfecto, prueba de que no es la capilla
sino sus muertos lo que a veces hiede en su resonancia, una imagen orgánica a
través del sonido sicodélico del desierto, un rock duro y honesto, dosis
precisa para hidratar las mentes cactáceas y sus oídos arenosos. El lugar fue
testigo de la promoción de su último álbum, así como temas variados que nos
brindaron una serie de cuidados paleativos con poder de hipnosis y
teletransportación, un Brant Bjork
entregado a cada uno de sus acordes y gesticulaciones.
Su primer tema “Swagger &
Sway” extraído de su actual disco Mankind
woman, abrió la penumbra para sumergirnos en una reverencia cautelosa
reservada en un punto entre el abismo y su espacio. Posteriormente la canción “Humble
Pie” de su álbum Tao of the Devil nos
mostraría la sinergia que habita en la resaca de un viaje en el tiempo contrastante
en el insomnio geográfico. No obstante todo pareció cambiar de tonalidad al
interpretar sus dos temas clásicos posteriores: “Controller destroyed” y “Too
many chifs”, la acústica comenzó a temblar, la resonancia arremetía en la
turbulencia del viaje, mezcla de terracería y salinidad, zumbaban frases como: “…you can't change the blood and we don't
wanna be the same as you…” como un manifiesto de anarquismo obstétrico, “…as the greed eats the sand turns to stone
all that lives…” un eterno retorno al origen de la territorialidad desértica
de Norteamérica. Ese primer bloque de canciones cerraría con el sencillo “stackt”,
el cual detendría la exacerbación con el aumento transitorio de la gravedad en su
sintonía.
Ulteriormente hizo una escala
dentro de una estación de recarga sicológica para interpretar los temas “Mindkind
Woman” y “Stokely up now”, con ello se creaba una remembranza de aquellos que
forjaron el rock, invocando frases como: “…hey,
did you feel that? the place to be is where you at get up now”...
Ese preámbulo sirvió para que la
audiencia contemplara en el escenario la incorporación de Sean Weahler, vocalista de la banda de punk rock Throw Rag, fue ahí cuando la noche se
amenizó con la canción “Chocolatize”, del disco más reciente de Brant Bkork. Dicho tema demostró el
sincretismo posible entre rock stoner y punk rock más allá de la actitud, una
dimensión paralela que puede transgredir los límites puritanos de los
seudocríticos actuales. La participación de Sean Weahler se entretejió de poco a más en los 5 temas posteriores
hasta llegar de forma exponencial a la canción “Nation of indica”, interpretación
desgarradora que nos adentra en una especie de condición humana a través de la
culpa y la redención. La banda concluyó con “Lazy Bones-Automatic Fantastic” y “Low
desert punk” con la cual despidió la noche, una especie de oda al bioma social
que habitamos.
En general Brant Bkork logró desertizar nuestros sentidos organolépticos y
darnos un poco de ilustración sobre la esencia del rock. Mi trabajo de observación
clínica concluyó y posterior a ello, Edgard
Yocupicio, músico regional e ingeniero
de sonido del lugar, conversó con Brant
Bjork detrás del escenario:
EY: ¿Qué opinas del sonido del
desierto, respecto a California y Arizona,
tiene un sonido específico?
BB: Pienso que no hay un sonido
específico, sino más bien una vibración específica en el desierto, esta
vibración se expresa en muchos sonidos, muchos colores, muchas ideas y
palabras. Pero indiscutiblemente la vibración del desierto, es la vibración del
desierto, es lo que es, no un sonido.
EY: ¿Percibes algún tipo de
bandas dentro de la escena del desierto?
BB: Aunque vengo del sur de
California, he visto muchas bandas en la región, pero el rock y la música rock
and roll es lo que admiro, en particular amo el rock americano de los 60s que
está envuelto en intenciones y espiritualidad, es revolucionaria, como
originalmente es en si el rock, más de protesta y menos de entretenimiento, más
de comunicación, por eso amo el rock de los 60s.
EY: ¿Puedes dar un mensaje para
las bandas de Sonora y que pertenecen y tocan en este desierto?
BB: Que sigan tocando, nunca
dejen de tocar, para hacer buena música tiene que venir de en vivo, del
contexto en el que vivimos, eso es la música rock en particular.
EY: Gracias Brant Byork, ésta
entrevista es para mi amigo Hugo que no pudo estar en este momento, ¿algún
mensaje para él?
BB "Hugo, ¿qué onda?,
tengamos la entrevista la próxima vez...ahí nos vemos carnal"
@Huguete80
Fotos: Felipe García
@DonFelipeG